
Por José Antonio Ramos Mesonero / 26 de Septiembre de 2024
H Hablar de hepatitis C no es solo hablar de una enfermedad del hígado: es poner sobre la mesa un problema de salud pública que, aunque ha avanzado mucho en cuanto a diagnóstico y tratamiento, sigue siendo silencioso para muchas personas que lo padecen sin saberlo. La realidad es que el virus de la hepatitis C puede derivar en complicaciones graves si no se detecta a tiempo, y en algunos casos, su transmisión podría haberse evitado con una atención médica adecuada.
En Ramos Mesonero, como especialistas en negligencias médicas, hemos acompañado a pacientes y familias que descubren esta enfermedad tarde o por vías que nunca debieron haberse producido, como infecciones hospitalarias. En este artículo analizamos qué es la hepatitis C, cómo se contagia, qué síntomas presenta, cómo se trata hoy en día y cuándo puede haber un error médico detrás.
Tabla de Contenido
¿Qué es la hepatitis C?
La hepatitis C es una enfermedad del hígado causada por un virus de ARN de la familia de los flavivirus. Esta infección afecta al funcionamiento del hígado y, si no se trata, puede evolucionar hasta convertirse en una hepatitis crónica, provocando daños hepáticos progresivos como fibrosis, cirrosis e incluso cáncer de hígado.
El virus de la hepatitis C (VHC) se transmite principalmente por vía sanguínea y su detección puede ser complicada, ya que muchas veces la enfermedad no presenta síntomas durante años. Aun así, existen pruebas diagnósticas eficaces para identificar el virus, evaluar su impacto y determinar el tratamiento más adecuado.
¿Cuáles son las causas de la hepatitis C?
La transmisión del virus de la hepatitis C ocurre principalmente por contacto con sangre infectada. Aunque existen varias formas en las que puede producirse este contagio, hay algunas vías más frecuentes:
Torrente sanguíneo
El virus de la hepatitis C se transmite principalmente por vía sanguínea. La transmisión sexual se produce, especialmente entre personas con múltiples parejas, pero sigue siendo excepcional porque está vinculada al contacto sanguíneo.
La principal vía de contaminación es el uso compartido de material entre consumidores de drogas inyectables. Es esencial que eviten el intercambio de agujas usadas. Se llevan a cabo medidas de sensibilización y educación entre estas poblaciones de riesgo. Los kits de jeringuillas se ponen a disposición del público a bajo coste.
Con el entorno del paciente debe evitarse el intercambio de materiales en contacto con la sangre: cepillos de dientes, cuchillas, tijeras de uñas, material de depilación...
Transmisión sexual
No se ha encontrado ningún virus en el semen ni en las secreciones vaginales o seminales. Por tanto, la transmisión sexual sólo puede producirse en caso de lesiones genitales o durante la menstruación (si la mujer es portadora). En este caso, se recomienda el uso del preservativo. También se recomienda en caso de experiencias sexuales con múltiples parejas, pero no en caso de relaciones con una pareja estable.
Durante el embarazo
Sólo existe riesgo de transmisión de la madre al niño en el momento del parto si los virus son detectables en la sangre de la madre. Este riesgo es de un 5% o más si la madre tiene tanto hepatitis C como VIH (el virus del SIDA).
Infecciones hospitalarias
Existe el riesgo de contraer está enfermedad en un centro hospitalarios. En este caso, pueden emprender acciones legales contra el centro para obtener una indemnización por negligencia médica.
Signos de Hepatitis C
La infección por el virus de la hepatitis C comienza con un periodo de incubación silencioso de duración variable, que depende de la cantidad de virus transmitido. Dura entre 2 y 12 semanas.
Después de este periodo, la infección se manifiesta como una hepatitis aguda. En la mayoría de los casos, no hay síntomas visibles.
En el 10% de los casos, la inflamación del hígado se caracteriza por :
- Fatiga;
- Orina oscura;
- Posiblemente ictericia.
Esta hepatitis aguda puede ser más o menos grave y la hepatitis fulminante, como en el caso de las hepatitis A y B, es posible pero rara. Si se diagnostica tarde y/o sin tratamiento, la hepatitis puede provocar complicaciones graves.
Se distingue entre hepatitis vírica y hepatitis tóxica, causada por productos tóxicos (drogas, alcohol, etc.). En cuanto a la primera categoría, existen 6 virus responsables de estas inflamaciones hepáticas: A, B, C, D, E y G. Su modo de contaminación puede ser diferente, al igual que sus síntomas.
Basándose en los síntomas descritos anteriormente, el médico palpará el hígado para comprobar que es el órgano afectado. En esta fase, la observación orienta su diagnóstico hacia la hepatitis. Su interrogatorio le permitirá considerar qué tipo de hepatitis: vírica, inducida por drogas, alcohólica, etc. Entonces, sólo los exámenes adicionales permitirán verificar que se trata efectivamente de una hepatitis C.
Los primeros exámenes solicitados por el médico serán un estudio de los marcadores que indican la existencia de daño hepático: transaminasas y bilirrubina.
Es el médico de cabecera quien hace el diagnóstico. Durante la consulta, tras una discusión de los síntomas, prescribirá una prueba de serología. Se trata de buscar en la sangre la presencia de anticuerpos específicos contra las principales hepatitis. Estos anticuerpos son una de las defensas del organismo contra el virus, y sólo están presentes en caso de infección. Los anticuerpos que permiten diagnosticar la hepatitis C se denominan anticuerpos anti-VHC.
Luego, si la serología es positiva, el médico busca conocer el estadio de la enfermedad (aguda o crónica) con una búsqueda del ARN del virus (su herencia genética) en la sangre es necesaria. Su presencia en la sangre demuestra que el virus se está multiplicando y que la hepatitis ha pasado a una fase crónica; siempre que las transaminasas vuelvan a un valor normal.
El profesional sanitario también prescribe un análisis de sangre estándar, pruebas biológicas del hígado y una ecografía abdominal. A continuación, se remite al paciente a un médico especializado en el tratamiento de la hepatitis, ya sea en un hospital o en una consulta privada.
¿La hepatitis C es contagiosa?
Sí, la hepatitis C es contagiosa. Se trata de una infección causada por el virus de la hepatitis C (VHC), que se transmite principalmente a través del contacto con sangre contaminada. Aunque no se contagia con facilidad como un resfriado o gripe, existen vías específicas de transmisión que aumentan el riesgo de infección. Comprender cómo se contagia la hepatitis C es clave para su prevención y detección temprana.
¿Cómo se contagia la hepatitis C?
Comprender cómo se contagia la hepatitis C es fundamental para prevenir esta infección silenciosa. La hepatitis C se transmite cuando la sangre de una persona infectada entra en contacto directo con la de otra persona. A diferencia de otros virus, como el de la gripe o el resfriado común, el virus de la hepatitis C no se propaga por el aire ni por contacto casual, como abrazos, besos o al compartir alimentos o bebidas.
Las vías más frecuentes de transmisión de la hepatitis c son:
- Uso compartido de jeringuillas, agujas o material para el consumo de drogas intravenosas. Esta es la forma más común de contagio en adultos jóvenes.
- Transfusiones de sangre o trasplantes de órganos realizados antes de 1992. Antes de esa fecha, no se realizaban pruebas específicas para detectar el virus en los bancos de sangre.
- Accidentes laborales con agujas u objetos punzantes contaminados. Especialmente en el ámbito sanitario, donde los profesionales están en contacto con sangre y fluidos corporales.
- Relaciones sexuales sin protección. Aunque el riesgo es bajo, puede incrementarse en personas con múltiples parejas, prácticas sexuales de alto riesgo o coinfección con otras ETS.
- Transmisión perinatal. De madre a hijo durante el parto, si la madre está infectada con hepatitis C.
- Tatuajes, piercings o procedimientos médicos y estéticos realizados sin la debida esterilización del material.
- Prácticas médicas negligentes. La reutilización de instrumental médico o una higiene inadecuada pueden suponer una vía de contagio, y en estos casos podría considerarse una responsabilidad legal o incluso negligencia médica.
Identificar y evitar estas situaciones de riesgo es crucial para frenar la propagación del virus. Si has estado expuesto a alguno de estos escenarios, es recomendable realizar una prueba de detección lo antes posible.
Evolución de la enfermedad
La hepatitis crónica puede evolucionar principalmente hacia dos enfermedades hepáticas graves:
- Cirrosis 10 a 15 años después en el 10 al 20% de los casos.
- Cáncer de hígado, entre el 1 y el 5% de los casos anuales.
A medida que la enfermedad avanza, también puede ir acompañada de otros síntomas:
- Resistencia a la insulina y luego diabetes.
- Problemas cardíacos.
- Problemas de piel.
Se calcula que entre el 50 y el 70% de los portadores asintomáticos no se someten a las pruebas de detección y pueden descubrir su enfermedad cuando es demasiado tarde.
¿Cuál es el mejor tratamiento para la Hepatitis C?
La llegada de los nuevos medicamentos antivirales de acción directa (AAD) contra el VHC en 2014 ha cambiado drásticamente el pronóstico de los pacientes con VHC. A diferencia de los tratamientos anteriores, los efectos secundarios son menores y, sobre todo, permiten la curación en el 95% al 100% de los casos.
En este caso los efectos secundarios incluyen:
- Fatiga.
- Dolor de cabeza.
- Insomnio.
- Náuseas.
- Diarrea.
Sólo la hepatitis C crónica activa se trata con fármacos específicos. Al principio de la hepatitis, en la fase aguda, las medidas que hay que tomar son el reposo, la suspensión de ciertos medicamentos (por ejemplo, los anticonceptivos orales) y la interrupción de todas las bebidas alcohólicas.
¿Puede el virus de la hepatitis C considerarse negligencia médica?
En ciertos casos, el contagio del virus de la hepatitis C puede estar relacionado con una negligencia médica. Esto ocurre, por ejemplo, cuando una clínica o profesional sanitario no cumple con los protocolos de esterilización de material quirúrgico o de inyección, o cuando no se realiza un diagnóstico adecuado a tiempo.
Si una persona contrae hepatitis C en un contexto médico donde existía el deber de prevenir este tipo de contagios, podría considerarse una falta grave y abrir la posibilidad de una reclamación legal por daños y perjuicios. Si es su caso, es fundamental contar con el asesoramiento jurídico especializado que pueda evaluar su situación y guiarle en el proceso de reclamación.